El «ejercicio físico oncológico» no existe

Lo pongo así, en el título, para que no quepa duda. Que no sea necesario ni leer esta entrada completa, aunque para quien quiera o pueda, me voy a explicar.

En su momento, escribí un post para la versión online de la revista La Vida en Rosa en la que exponía en qué se diferenciaba la actividad física del ejercicio físico. Para no irme por las ramas, la cuestión es que el «ejercicio físico» es una actividad diseñada y planificada en dosis, que se realiza durante un plazo de tiempo determinado y que tiene objetivos de mejora de la condición física. No hay más.

Ejercicio físico (de aquí en adelante EF), es lo que hacen los deportistas de cualquier nivel y todas aquellas personas que siguen un programa de entrenamiento para la salud, sea cual sea su circunstancia clínica. Eso significa que Sandra Sánchez (atleta olímpica), Ibai Llanos (YouTuber, con obesidad) y una persona que esté pasando o haya pasado por un cáncer, todos, harán remo si es lo que su entrenador considera que debe hacerlo para conseguir un objetivo (y, atención a esto, todos ellos entrenan bajo monitorización por un profesional del EF).

La clave en todos los casos, será que el diseño del programa de EF (frecuencia de entrenamiento, intensidades, volumen, periodización, tipo de EF, selección de ejercicios…) se habrá ajustado a la persona que va a realizarlo, y a su contexto, en este caso, el cáncer. Por supuesto, para que el ajuste sea el que debe ser, la capacitación o especialización del entrenador deberá ser específica, pero de este tema ya hablaremos en otro momento.

Volviendo al tema principal, resulta que algunos medios de comunicación y (lo que es más grave) algunas personas dedicadas al entrenamiento, insisten en utilizar el término «ejercicio físico oncológico» o «ejercicio oncológico», como si resultara que el EF diseñado para pacientes/supervivientes de cáncer fuera absolutamente distinto al que podría hacer cualquier otra persona, y no es así ¿a caso existe el «ejercicio físico diabetológico»? ¿o el «cardiológico»?

Soy la primera que entiende el por qué de acuñar ese término odioso que es «ejercicio físico oncológico», y en su momento así lo manifesté, pues desde una perspectiva bastante naif, comprendo que se puede utilizar como modo de «ubicar» a los usuarios, de aportar de modo resumido cuál es el contexto del EF del que se está hablando. Sin embargo, la vida moderna y el mercado tergiversan la semántica para sacar partido de todo, y al final el perjudicado es precisamente ese usuario, esa persona, a la que se pretendía ubicar.

Así, un paciente o superviviente de cáncer, normalmente sensible a cualquier iniciativa que prometa una mejora en su salud y estado físico, pagará lo que sea por realizar «ejercicio físico oncológico» y no EF, a secas, creyendo que son cosas distintas, cuando lo distinto será la capacitación del profesional del ejercicio que lo programe.

En resumen: tratemos de no dejarnos llevar por terminologías inexistentes y vacías, pues determinadas cosas son lo que son. Y especialmente, dejemos de vender pirita como si fuera oro, porque aumentar popularidad o ingresos a cuenta de la vulnerabilidad de las personas, está muy feo.